Valls i Taberner

Un piso muy señor (o muy señora) sería aquél que mira a los demás con la seguridad que da saber que tienes atributos que lo hacen único. Un piso que mostraría con grandes aventuras sus puntos fuertes. Un piso al que no le falta detalle para lucir su mejor cara. Un piso emplazado en una calle señorial y elegante y en un barrio con solera. Sería un piso distribuido para su disfrute, sin caer en las exigencias de lo práctico. Tendría espacio para un piano, para bañeras de espuma y ventanales para contemplar la vida sin prisa y para dejar entrar a su interior luz y más luz.
Este estilo de vida se encarna exactamente en esta vivienda que te presentamos. Se encuentra en una regia y elegante finca de los años 40, en la quinta planta, con un ventanal tan amplio en el salón que da la sensación de vivir en una terraza, permitiendo que la luz ilumine cada rincón. El piso tiene una habitación doble con un gran armario y un baño también muy espacioso con bañera que quedará genial después de una actualización. La cocina es independiente y puede ser ampliada con facilidad. El salón comedor tiene luz y este gran ventanal con vistas gustosas y cielo, mucho cielo y espacio para poner una butaca orejera donde leerás al atardecer mientras piensas lo bien que hiciste de convertir este piso en tu casa. ¡Sí, señor!
En la zona, tienes acceso a lo mejor. Puedes disfrutar de los mejores desayunos en Mantequerías Pirinaicas, deleitarte con croissants espectaculares en Sacha, encontrar las mejores croquetas en Charcutería Adriano y quesos sin rival en Camarasa. Al regresar de comprar pan en Forn Baluard y dar tu paseo diario por el parque de Monteroles, ubicado justo detrás de tu hogar, te preguntarás: ¿Cómo puede ser que mi calle sea tan tranquila estando en medio de todo? Con cercanía a CAP, comercios, dos paradas de Ferrocarril y tantos autobuses que no podría enumerar, pero aún así, en mi calle no se oye ni una mosca. Al cruzar la puerta de este edificio, serás recibido por una elegante portería de mármol blanco y negro, donde podrás imaginar que hace un momento Fred Astaire y Ginger Rogers estaban bailando, y aún puedes percibir el repiqueteo de sus zapatos en el suelo. ¡Bienvenido a casa, sí señor!